Si Alicia y el gato de Cheshire se embarcan en un proyecto todo es posible: que el agua vuele hasta el horizonte y más allá, que las fotos paran poemas o que los ángeles lloren lágrimas dulces.
Todo empezó una tarde de luna nueva, en la que Esther Morán, -alter ego de Alicia-, le propuso al gato,-Pilar Osorio-, unas palabras para jugar con sus fotos, para que le hicieran compañía en las largas noches sin luna; acababan de descubrir una nueva forma de divertirse, apta para los días de sol y nubes, para tardes de tormenta y para el otoño venidero.
Y jugaron con imágenes del mar lamiendo unos versos huérfanos, y con espíritus bailarines volando en la orilla…también observaron con sigilo y respeto mudo a mujeres sentadas al borde de su vida, allí dónde presente, pasado y futuro se convierten en un hilo, y admiraron la paciencia ensoñada de los pescadores.
Al empezar a crecer la luna dieron vida a sirenas trágicas a la espera de marinos con saudade de Ítaca, y a duendes del Norte, trasgus de rio, que peinaban con sus dedos la plata fluvial…hasta descubrieron, ocultas a la mirada del ser de hierro, un monstruo pantagruélico de fauces descomunales. El plenilunio llegó preñado de sorpresas. El tercer ojo de Esther no daba crédito y gato no podía evitar maullar versos:
Los seres alados empezaron a acercarse a las traviesas espías, surgieron elegantes gaviotas bañadas en oro o dando sus primeros pasos hacia la libertad azul, y una paloma, bendecida de aire, se posó en la fuente para gozar del agua…y ahí les vino la inspiración: las alas del agua se llamaría su juego, ya que el líquido, dulce o salado, volaba en los cuerpos de los afortunados, o se transformaba en piel de los jinetes de olas.
Cuando creían que era imposible superar las maravillas vividas, se dieron de bruces con el otoño .Los árboles, locos de amarillo y rojo, se miraron al espejo acuático, y las cascadas despertaron a las piedras de su sueño estival para enseñarles la luz.
Y en esas estaban cuando el conejo blanco, -Ana Díaz en sus momentos de inspiración poética y fotográfica-, se hartó de observar desde su escondite tras el tronco del carballo y saltó al claro del bosque haciendo lo que suelen hacer todos los conejos blancos que en el mundo han sido, miró su reloj y dijo: !llegamos tarde!. Arrebató a Alicia y gato de su ensimismamiento y las llevó en volandas a su Ourense natal para que la diversión invadiera las estancias del bello edificio Simeón y las salas del excepcional Auditorio cuando la luna empezara a menguar de su leche estelar.
Gato de Cheshire desapareció, como era costumbre en él, pero dejó flotando su enigmática sonrisa.
Y ahora:!el juego continúa…!.
Quiero aprovechar para expresar nuestro enorme agradecimiento a los amigos que nos ayudan a que todo este sueño sea una realidad.
Me refiero a los que generosamente compartirán con todos los que podáis venir, sus técnicas, saber hacer y trucos en los talleres del día 19: Antolín, Jorge, Alberto, Paco, Alfonso y José.
Otro lujo que no puede pasar desapercibido es la categoría de la cartelería. El trabajo de Albert es siempre de un gusto exquisito.
Y ahora, viene lo más complicado. Hablar de Ana no es fácil. No voy a encontrar las palabras adecuadas, para darle las gracias como se merece. Su trabajo, como comisaria del proyecto, está a la vista de todos. El éxito de este evento se deberá a su inagotable dedicación, profesionalidad, esfuerzo y cariño.